El Viaje Chamánico
Hablar
del poder del chamán es referirse a la capacidad que tiene de
realizar un viaje chamanico. El desplazamiento de su espíritu
fuera de los límites de la realidad ordinaria, en dominio de
sí, es la particularidad de su práctica, su
“especialidad”. Es mediante sus viajes, que el
chamán entra en contacto con el mundo de los espíritus y,
de estos territorios paralelos, recupera información que
será trascendental para la prosperidad de la tribu y el
mantenimiento del bienestar de sus miembros.
Durante este pasaje, en estado extático (del griego ektasis, desplazamiento de los sentidos), el chamán no pierde conciencia de su cuerpo, aún cuando se traslade a una realidad fuera del tiempo y del espacio que se reconoce como físico. Estos planos se vuelven accesibles para el chamán en un estado ampliado de conciencia.
El viaje chamánico constituye el núcleo de la práctica del chamán. Es su ingreso a una percepción y entendimiento expandidos, de la mano de sus maestros, ayudadores y de su animal de poder, que lo aguardan para guiarlo hacia la información que luego traerá a la realidad ordinaria, o mundo del medio, para ser trasmitida a quienes la precisen. Sus experiencias en las realidades paralelas, involucran su sensitividad. De esta manera, durante el viaje, el cuerpo del chamán puede sentir frío, calor o percibir olores y sabores,
así como escuchar sonidos.
Estas prácticas y sus resultados, pueden ser comprendidas desde un lenguaje propio del plano real, o bien leídas desde su simbología. El chamán tiene la habilidad no sólo de realizar el viaje, sino de transmitir certeramente el resultado de su exploración y de su comunicación con el mundo de los espíritus. Como consecuencia de un viaje, el chamán rescata conocimientos que pueden integrar o remitir a imágenes del inconsciente colectivo, a mitos, creencias y representaciones que conforman la vida espiritual de su comunidad, o a una simbología de carácter arquetípico. Para los grupos sociales tradicionales, el mundo espiritual, la naturaleza y la humanidad se encuentran vinculados en esencia. La destreza del chamán es reunirlos.
Durante este pasaje, en estado extático (del griego ektasis, desplazamiento de los sentidos), el chamán no pierde conciencia de su cuerpo, aún cuando se traslade a una realidad fuera del tiempo y del espacio que se reconoce como físico. Estos planos se vuelven accesibles para el chamán en un estado ampliado de conciencia.
El viaje chamánico constituye el núcleo de la práctica del chamán. Es su ingreso a una percepción y entendimiento expandidos, de la mano de sus maestros, ayudadores y de su animal de poder, que lo aguardan para guiarlo hacia la información que luego traerá a la realidad ordinaria, o mundo del medio, para ser trasmitida a quienes la precisen. Sus experiencias en las realidades paralelas, involucran su sensitividad. De esta manera, durante el viaje, el cuerpo del chamán puede sentir frío, calor o percibir olores y sabores,
así como escuchar sonidos.
Estas prácticas y sus resultados, pueden ser comprendidas desde un lenguaje propio del plano real, o bien leídas desde su simbología. El chamán tiene la habilidad no sólo de realizar el viaje, sino de transmitir certeramente el resultado de su exploración y de su comunicación con el mundo de los espíritus. Como consecuencia de un viaje, el chamán rescata conocimientos que pueden integrar o remitir a imágenes del inconsciente colectivo, a mitos, creencias y representaciones que conforman la vida espiritual de su comunidad, o a una simbología de carácter arquetípico. Para los grupos sociales tradicionales, el mundo espiritual, la naturaleza y la humanidad se encuentran vinculados en esencia. La destreza del chamán es reunirlos.